Lagunas de Campo Andino, departamento La Capital

El flamenco rosado halló un hábitat en Santa Fe y hay que preservarlo

 Noticia publicada por diario La Capital http://www.lacapital.com.ar/la-region/El-flamenco-rosado-hallo-un-habitat-en-Santa-Fe-y-hay-que-preservarlo-20150726-0002.html

Las lagunas saladas de Campo Andino reciben cada vez más ejemplares de esta bellísima especie. Uno de los patrimonios más importantes que piden proteger el espacio legalmente.



Aquerenciados. Por alguna razón, el flamenco buscó al norte de la ciudad de Santa Fe un refugio. Cada vez son más, y se calcula que superan los 4 mil.


Una cosa es contarlo y otra es ver y disfrutar de lo que ocurre al norte de Santa Fe, en un lugar que pocos conocen y valoran como uno de los patrimonios naturales más importantes de la provincia y que urge proteger legalmente. Son tres lagunas de agua salada agrupadas en campos privados y en las que habitan miles de flamencos rosados australes, que por alguna razón eligen cada vez más este lugar para invernar y partir luego a la zona precordillerana, para reproducirse y nidificar. Por la historia del lugar, los proteccionistas que bregan por su seguridad lo han bautizado “Añapiré” (piel del diablo), tal como como lo llamaban los conquistadores.
   “Hace cuatro o cinco años había a lo sumo cien flamencos en estas lagunas. Ahora son muchos más y ya estamos acostumbrados a verlos”, comenta Néstor Moser, presidente comunal de Campo Andino, una población del departamento La Capital de poco más de 500 habitantes, que ya tiene incorporado como parte del paisaje a esa movediza línea rosada en el horizonte, conformada por más de 4 mil phoenicopterus chilensis, nombre científico de esta bellísima especie de aves acuáticas.
  
Fuertes procedimientos. Tanto para el titular de la comisión comunal como para el jefe del destacamento policial local, Ariel Ibáñez, la proliferación exponencial de los ejemplares “tal vez tenga que ver con que hubo procedimientos muy grandes de caza (prohibida en todos sus tipos en el departamento La Capital), porque había una depredación total, disparaban a todo lo que se moviera. Para darse una idea, en el último operativo se juntaron y descartaron varias bolsas grandes con cartuchos. Entonces se corrió la voz de que acá se controla y los cazadores casi ya no vienen”.
   Esta tranquilidad y el hecho de no sentirse amenazados por los estallidos de los disparos podrían ser algunas razones por las que estas preciosas aves eligen ir a “engordar” entre abril y septiembre-octubre a Campo Andino, comiendo los pequeños microorganismos llamados “artemias salinas”, que pululan por estas aguas de escasa profundidad y que les otorgan esa particular coloración.
  
Su hábitat. Los phoenicopterus chilensis nidifican en Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Perú, mientras que en Uruguay y el sur de Brasil sólo es un migrador no reproductivo. Es vagante en Ecuador y en las Islas Malvinas. En Santa Fe se los puede ver en las lagunas El Bonete, Cueva del Tigre, y El Palmar, declaradas como áreas protegidas en el departamento Vera, en el norte provincial, y al sur se encuentran en la laguna Melincué.
   “Lo que vuelve único y digno de proteger al fenómeno natural que está ocurriendo con la fauna silvestre en Campo Andino es la densidad y variedad de especies que se produce en un espacio reducido teniendo en cuenta que, de las tres lagunas en cuestión, la más grande tiene sólo dos hectáreas y media, detalla el guardafauna honorario Sebastián Lovera, quien además se desempeña como inspector de Caza y Pesca del área de Ecología del Ministerio de la Producción.
   Junto a su familia, este custodio es el primero y el principal impulsor de la idea de otorgar un resguardo a este lugar. A su causa se han sumado otros amantes y defensores de la naturaleza, como el guardafauna Juan Martín Mastropaolo, con quien encabeza la lucha por interesar a las autoridades y a la ciudadanía para poner en valor y resguardo a Añapiré.
Como si supieran. “El lugar es fabuloso, cada vez vienen más flamencos, como si supieran que los estamos cuidando. Al principio, siempre había cazadores”, cuenta Mastropaolo a La Capital. Lo dice mientras exhibe fotografías de aves acuáticas (coscorovas) masacradas allí mismo. “Añapiré tiene ese aire de misterio que pocos sitios tienen. Uno escucha cuentos de otras épocas y retrocede para imaginar cómo era esa zona hace 300 o 400 años, cuando era muy habitada por comunidades aborígenes. Cementerios y vasijas de barro dejan testimonio de esa época de esplendor que extinguió la llegada del hombre blanco”, se lamenta el cuidador.
   “Aquí no sólo es espectacular la cantidad de flamencos rosados sino de otras especies de aves como gallareta, macá, tero real, garza moras y blanca, bandurria, coscoroba, gaviota y tres tipos de patos: capuchino, cucharón y crestón. También hay M’biguá, cisne blanco y de cuello negro, Tachurí (siete colores) y abecasina, entre otras”, rescata Lovera.
Relevamiento. Todas esas especies fueron constatadas y contabilizadas recientemente en un censo neotropical de aves acuáticas impulsado por Wetlands International y Aves Argentinas del que participaron miembros del Club de Observadores de Aves COA Sirindá, del que Lovera y Mastropaolo son miembros.
   “En Santa Fe se relevaron tres lugares, y Añapiré fue uno. En total se identificaron aquí 83 especies de aves, de las cuales 34 son acuáticas, entre ellas los flamencos rosados, que se calculó que serían unos 4 mil, aunque estimamos que por lo menos debe haber mil más en estas lagunas”, remarcó el guardafauna.
   Poco a poco se suman voluntades para que este sitio, su flora y su fauna, reciban protección legal. Un grupo de ciudadanos y organizaciones proteccionistas remitirán próximamente un petitorio al gobierno provincial para solicitar este resguardo, y se espera el respaldo de algún legislador que se comprometa y apadrine la iniciativa mediante algún proyecto de ley que impida la depredación en este patrimonio natural invaluable.

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